Pues ya he visto La vida es sueño que se está representando en la Sala Tirso de Molina del Teatro de la Comedia hasta el 4 de junio. Y, sinceramente, no me ha gustado.
En esta sala, las butacas no están enumeradas. Para este montaje, las butacas rodean la zona central de la sala que se utiliza como el escenario. Hay dos zonas con dos filas y dos zonas con una sola fila. Cuando llegué, los actores se estaban paseando por la sala. Una de las actrices me acompañó hasta una de las butacas de la primera fila, me explicó cómo iba a ser la función - los actores iban a recitar los versos utilizando micrófonos y en un momento de la función se invitaría al público a dormir y soñar, en las butacas o en unas esterillas para pilates o yoga que estaban sobre el escenario; si quería hacerlo sobre esas esterillas, solo tendría que descalzarme, elegir la que más me gustaba, tumbarme y cerrar los ojos - y me dio unos cascos a través de los cuales se escucharía a los actores y la música. Luego, me dio una oblea para comulgar en la que ponía "Usted está aquí" y comenzó la función.
Desde el momento en el que el actor que interpreta el personaje de Discurso dijo que nos iba a contar brevemente de qué iba la obra, supe que aquello no me iba a gustar. No me gustan los montajes en los que me cuentan la historia. Prefiero aquellos que me muestran la historia. Cuando ese actor terminó de resumir rápidamente la obra, aparecieron todos los actores y cantaron a capela una loa de los sentidos. La cosa mejoró un poco durante la escena en la que se introdujo a los cuatro elementos de la naturaleza mientras ellos sea columpiaban, más que nada porque me gustaron las máscaras que llevaban y porque creía que el resto de la función habría más momentos en los que veríamos a los actores actuar.
Pero, por desgracia, tras esa escena, nos invitaron a dormirnos, se apagaron todas las luces de la sala y la función se convirtió en un audiolibro. Los actores, a los que ya no podíamos ver, se pasaron el resto de la función recitando los versos de Calderón de la Barca mezclados con unos textos que parecían sacados de Wikipedia o vídeos de TikTok en la oscuridad mientras algunos miembros del público estaban tumbados en el suelo durmiendo. Incluso hubo un larguísimo momento en el que solo se escuchaba la música y algunos actores se paseaban alrededor del escenario como lo hacen profesores de guardería cuando vigilan a los niños mientras duermen la siesta.
Yo me estaba durmiendo en mi butaca de aburrimiento. Lo de invitar a los espectadores que cierren los ojos mientras escuchan el texto puede ser interesante durante cinco o diez minutos, pero no durante el tiempo que lo hacen aquí. Además, ¿qué necesidad hay de añadir cosas al texto original? Sinceramente, tenía la sensación de estar en la reunión de una secta en vez de en un teatro.
En el momento en el que se encendieron las luces y un miembro de la compañía nos dijo que ya está, que la función se había terminado, salí volando de la sala mientras un actor vestido de una especie de monstruo parecido a los de las películas de Guillermo del Toro se giraba en el centro del escenario.
Ayer fui a ver El inconveniente que se está representando en el Teatro Pavón hasta el 9 de julio. La obra de Juan Carlos Rubio está basada en la película de mismo título:
Sinceramente, pensaba que la obra sería mejor y más divertida. No me arrepiento de haberla visto y pasé un rato agradable en el teatro, pero esperaba mucho más de la obra.
El problema es que es la típica comedia dramática española como Perdiendo el norte, Señor, dame paciencia, Thi Mai o Villaviciosa de al lado. Lo que intento decir es que la historia, que transmite el mensaje de que hay que disfrutar de la vida, es muy simple y predecible (o por lo menos a mí me lo ha parecido) y el humor más que reír, hace sonreír o, a veces, ni siquiera eso.
El montaje es, también, muy sencillo y anticuado. Hay un solo decorado - el salón del piso en el que se desarrolla la acción - y se utiliza el fundido a negro para pasar de una escena a otra.
La iluminación me pareció bastante mediocre. Por ejemplo, cada vez que abren las cortinas de las ventanas el escenario se ilumina bruscamente con una fuerte luz artificial; pero cuando echan las cortinas, la iluminación cambia muy poco o nada. Otra cosa que me llamó la atención es que los teléfonos móviles y el telefonillo que los actores utilizan en la obra suenan en la parte opuesta del escenario en la que se utilizan.
En cuanto a los tres actores, aunque actúan bien, creo que lo hacen de una forma "clásica", es decir, hablan de una forma muy artificial, muy forzada. Además, están dirigidos de tal manera que cada vez que dicen algo gracioso, hay una pequeña pausa para que el público se ría y cada vez que hacen algo importante, solo falta que suene el "¡ta-tán!" para subrayar la importancia del gesto o la acción. Y las emociones las expresan de tal forma que son perfectamente visibles desde el gallinero.
No obstante, reconozco que me han gustado Kiti Mánver y, sobre todo, la divertida y radiante Marta Velilla, que roba cada escena en la que aparece. Cristóbal Suárez es un muy buen actor como lo ha demostrado en los montajes teatrales de Miguel del Arco y la serie Vota/Vamos/Venga Juan en la que interpreta maravillosamente a un político guapo, popular y narcisista, pero, me temo, que este no es uno de sus mejores trabajos. Aunque creo que la culpa la tiene el soso y cuadriculado personaje que el pobre tiene que interpretar. Ahora bien, está guapísimo.
En fin, es una comedia para pasar un rato agradable en el teatro, pero que no aporta nada nuevo y uno se olvida de ella tras los saludos finales. De todos modos, tengo que decir que muchos espectadores aplaudieron de pie y con entusiasmo al final de la función. Yo le doy dos caritas felices de cinco.
Estaba sentado en la butaca 1, que está al lado del pasillo central, de la fila 3 de la platea y el escenario, todo lo que pasaba sobre él y los actores se veían perfectamente.
Por cierto, me llamó la atención el comentario de las señoras que estaban sentadas a mi lado: Se quejaban de lo caras que eran las entradas. No sé, teniendo en cuenta que las de la platea cuestan 26 euros y que hay varios descuentos como el del día del espectador o si se compran antes del estreno - y, sobre todo, teniendo en cuenta el precio de las entradas de la misma categoría en Londres - me ha parecido un comentario bastante exagerado.
Y el finde que viene El sueño de la razón de Antonio Buero Vallejo.
Por cierto, desde ayer y hasta el 25 de junio, están a la venta los abonos para el Teatro de la Zarzuela para las personas que no estaban abonadas el año pasado:
Como le digo a mis alumn@s, si sois jóvenes aprovechad las ventajas que tenéis porque después de los 35 hay que empezar a vender órganos para "ver" algo en el Teatro Real.
Ventajas para los menores de 35 en el Teatro Real:
Las entradas para los espectáculos de la temporada y los abonos salen a la venta mañana a las 14:30 horas.
Por cierto, el montaje de Los bufos madrileños será dirigido por Rafa Castejón y estos son los actores que interpretarán los diferentes personajes de esta zarzuela bufa:
Ayer fui a la Sala Principal del Teatro Español a ver El sueño de la razón de Antonio Buero Vallejo; y aunque la obra, la cual ni había leído ni visto anteriormente, me gustó, no puedo decir lo mismo del montaje.
Empezaré por el texto de Antonio Buero Vallejo. Buero se inspiró en el grabado "El sueño de la razón produce monstruos" de Goya para escribir esta obra histórica que nos muestra los últimos años del gran pintor español cuando estaba recluido en su casa de campo y luchaba contra la sordera, las voces que oía en su cabeza, el tiránico e indeseable Fernando VII y la Inquisición mientras decoraba los muros de la Quinta del Sordo con sus "Pinturas negras". La obra, también, nos muestra la relación que mantuvo Goya con Leocadia, su ama de llaves, amante y musa.
Un aspecto interesante de la obra es que los espectadores compartimos la sordera de Goya cuando este interactúa con otros personajes, ya que, al igual que el pintor, no los oímos a los otros personajes. Solo le oímos a él cuando les contesta y vemos a los otros personajes gesticular.
Además, Buero Vallejo ha creado con esta obra una crítica a la sociedad en la que la razón brilla por su ausencia, en la que la censura ahoga toda la creatividad y libre expresión, y en la que las humillaciones, los conflictos y las guerras se han convertido en un entretenimiento. Por lo tanto, el texto sigue siendo, tristemente, muy actual en esta sociedad en la que vivimos en la que los populismos campan a sus anchas, la censura y el puritanismo, tanto de un extremo como del otro, destruyen la libertad y todo es o blanco o negro. Es muy triste y aterrador ver cómo mientras la bandera de arcoíris añade más colores, nuestra sociedad se vuelve más oscura y monocromática y está cada vez más llena de latas de Coca-Cola narcisistas, sin personalidad o capacidad de pensar de forma crítica.
Sinceramente, el texto es muy interesante y en las manos de un director creativo y original, y en una sala más pequeña e íntima podría brillar muchísimo. Pero, por desgracia, la enorme Sala Principal devora todos los sentimientos que la obra de Buero Vallejo pueda transmitir y José Carlos Plaza ha creado un montaje bastante aburrido.
La escenografía nos muestra una sala de la casa de campo de Goya en cuyas paredes se proyectan las "Pinturas negras". ¡Harto estoy de las proyecciones y los fundidos a negro entre escena y escena! El otro problema del montaje es el tedioso ritmo. Os aseguro que uno nota cada segundo de las dos horas que dura la función.
Si yo tuviera que dirigir esta obra, lo haría en una sala pequeña la que transformaría en la Quinta del Sordo, es decir, decoraría sus paredes con las pinturas de Goya creadas a mano y los espectadores se tendrían que sentar alrededor del escenario sobre taburetes, sillas de pueblo o alfombras como en un aquelarre. Haría que el espectador formara parte de la acción, la locura de Goya. A lo mejor este podría ver en el rostro de alguna espectadora a su hija Mariquita o los demonios que le atormentan. No sé.
En cuanto a los actores, actúan bien. Nadie puede poner en duda el talento de Fernando Sansegundo que interpreta a Goya. Su Goya, aunque está enfermo, todavía conserva algo de vitalidad; es un hombre testarudo y que en ocasiones incluso actúa como un niño. Y la Leocadia de Ana Fernández, también, está muy bien. Una mujer cansada que ve cómo su juventud y lozanía se marchitan al lado de un hombre mayor y enfermo. Pero, y me temo que esto es la culpa del director otra vez, hay momentos en los que utilizan esa forma de actuar anticuada, artificial y forzada, que ya critiqué en mi reseña sobre El inconveniente.
Creo que el desgarrador monólogo de Leocadia tras su violación por uno de los soldados sería mucho más impactante si empezara como un susurro y terminara como un grito. Como Ana Fernández lo dice gritando desde el principio, su intensidad se evapora rápidamente.
El montaje tiene algún momento bueno, sobre todo, hacia el final. La escena de la humillación de Goya y la violación de Leocadia es bastante gráfica e incómoda de ver. Me gustó la pelea entre Leocadia y la nuera de Goya - a las que Goya oye en su cabeza durante la pelea como si fueran una gallina y una mula. Y, tampoco, está mal la puesta en escena de la pesadilla de Goya.
En fin, un buen texto, pero un montaje aburrido. Le doy 2 caritas felices. En caso de que alguien esté interesado en este montaje de El sueño de la razón, puede verlo hasta el 9 de julio.
Dos cositas:
La escena final, con Goya aceptando que ha perdido y que tiene que exiliarse a Burdeos me hizo recordar tanto el final de Un tranvía llamado deseo como el de Gypsy.
Mientras veía la función, pensé que sería muy bonito que algún teatro público le dedicara un ciclo al gran Antonio Buero Vallejo en el que diferentes directores y actores dieran vida a las magníficas obras de este gran dramaturgo español. Tal y como hizo la compañía de Jamie Lloyd en Londres hace unos años con Harold Pinter en Pinter at the Pinter.
Estaba sentado en la butaca 2 de la fila 9 del patio de butacas y así se veía el escenario:
La verdad es que, aunque la cabeza de la persona que está sentada delante molesta un poco, como la butaca está al lado del pasillo central uno se puede inclinar hacia la izquierda para ver bien todo lo que sucede sobre el escenario. Las caras de los actores se veían perfectamente.
Y ahora una cosita que no tiene nada que ver con El sueño de la razón:
No sé si habéis visto los precios de las entradas para Escenas de la vida conyugal que protagonizarán Ricardo Daría y Andrea Pietra en el Teatro Infanta Isabel este diciembre. ¡60 euros para estar sentado en el patio de butacas y 50 euros para estar en el anfiteatro! Nunca antes había visto esos precios para una obra de teatro no musical aquí en Madrid. Es que por ese dinero, uno puede ver tres obras en cualquiera de los teatros públicos desde las mejores butacas.
Y esta semana, Carmen de la Compañía Nacional de Danza y Un café en el pulgatorio.
Muy parecido a los montajes de Matthew Bourne, pero, también, lleno de creatividad y originalidad.
En la función de ayer, los personajes eran interpretados por los bailarines más importantes de la compañía: Alessandro Riga, Kayoko Everhart, Yanier Gómez Noda, etc. ¡SENSACIONALES y CARISMÁTICOS todos y cada uno de ellos!
Hoy es la última función en la Sala Guirau del Teatro Fernán Gómez de Madrid.
Estaba sentado en la butaca 7 de la fila 2. Es la butaca que está al lado de uno de los pasillos centrales y el escenario y los bailarines se veían perfectamente:
¡Qué divertido es Un café en el pulgatorio! ¡Y qué maravilloso es Enrique Viana!
Deberían nombrarle "Tesoro Nacional", porque lo que ha hecho y sigue haciendo por la zarzuela, la revista y el cabaret castizo es realmente admirable. Además es un artista como la copa de un pino.
También, quiero expresar mi admiración por Miguel Huertas, el pianista.
Sinceramente, el montaje me encantó. El argumento era hilarante y las canciones divertidísimas. Me reí muchísimo durante la función y me emocioné con el final dedicado a los antiguos bares de Madrid y la fugaz juventud de Enrique Viana y todos nosotros.
¡Qué ganas tengo de ver qué hará con El año pasado por agua y su espectáculo En la plazuela Teresa Berganza, te espero que podremos ver en el Teatro de la Zarzuela!
Estaba sentado en la butaca 3 de la fila 1 del sector B. El sitio era ideal, ya que la butaca estaba en el centro de la fila y el sector B era la zona central de la Sala Jardiel Poncela del Teatro Fernán Gómez. Así se veía el escenario desde mi butaca:
Por cierto, la función de esta tarde era la última y la sala estaba llena hasta la bandera.
Por último, dejo aquí este momento de la presentación de la temporada 22-23 del Teatro Fernán Gómez para que podamos disfrutar de Enrique Viana y Miguel Huertas en bucle:
Y me parece que tiene muchísimas cosas interesantes. ¡Incluso tiene una ópera! ¡Y un espectáculo de la Compañía Nacional de Danza! Además, podremos disfrutar de fantásticos actores y actrices: Nuria Espert, María Pujalte, Malena Alterio, Vicky Peña, Teresa Vallicrosa, Carmen Machi, Javier Cámara, Israel Elejalde, Juan Codina, Oriol Tarrasón, Víctor Massán ...
Es, sin duda alguna, infinitamente superior a la mediocre temporada del Centro Dramático Nacional.
De verdad, Alfredo Sanzol me ha decepcionado muchísimo como director del CDN. Sí, ha habido algún que otro montaje interesante, pero, en general, las temporadas que él ha programado han sido bastante malas.
Y creo que su error principal ha sido convertir el Centro Dramático Nacional en una cámara de eco, una trinchera en la que se promueve (a veces incluso de forma bastante violenta - por ejemplo, Blast) la división social en dos bandos - en buenos y malos, en los míos y los que están en contra de mí; y no en un sitio donde todas las opiniones tienen cabida y todas las personas se puedan sentir a gusto y aprender, reflexionar y debatir pacíficamente sobre los problemas del mundo y cómo resolverlos mientras ven una emocionante obra de teatro. O simplemente pasar un buen rato viendo una inteligente comedia sobre lo absurdos que son a veces el comportamiento y la forma de ser del ser humano.
Tenemos que estar más orgullos@s y unid@s que nunca, porque el mundo, tristemente, en vez de parecerse a un arcoíris, cada día se está volviendo, más oscuro.
Ya están a la venta las entradas para el montaje de Prima Facie que se estrena en los Teatros del Canal el 31 de agosto.
Han cambiado las fechas de El orgullo de quererte. Ahora estará en los Teatros del Canal del 2 al 7 de julio del año que viene.
Una última cosa: Hay un montaje que no aparece en el sitio web del Teatro Español, pero que se podrá ver en la Sala Margarita Xirgu (que es la sala pequeña del Teatro Español) del 9 de noviembre al 17 de diciembre. Se llama Tennessee e incluye dos obras de teatro cortas de Tennessee Williams: La marquesa de Larkspur Lotion y Háblame como la lluvia.
Las entradas ya están a la venta en la página oficial:
Este domingo fui a ver Paso a paso (Step by Step) del dramaturgo británico Peter Quilter (autor de obras de teatro como Glorious! y End of the Rainbow) que se está representando en el Teatro Alcázar. Y la verdad es que salí contento del teatro.
La obra no es gran cosa: Tres amigas de cincuenta y tantos hablan de su amistad, sus romances, sus logros y, sobre todo, de sus fracasos mientras escalan una montaña en recuerdo de otra amiga que ha fallecido y a la que le gustaba escalar esa montaña.
El estilo es anticuado: Los personajes hablan de una forma bastante artificial, ya que no se interrumpen mientras hablan - ni siquiera cuando discuten.
Pero es una especie de "road movie" - o, mejor dicho, "road play" - entretenida y, en algunos momentos, incluso conmovedora. El hecho de que recuerde a las "road movies" hace que los fundidos a negro que se utilizan entre escenas tengan sentido y no parezcan un recurso anticuado.
Creo que los tres entrañables personajes están bastante bien desarrollados y, sobre todo, muy bien interpretados por las tres actrices. Tenemos a una divertidísima Eva Barceló como una vendedora de seguros de decesos entradita en carnes que ahoga su soledad y sus penas con barritas y galletas de chocolate, a una melancólica Diana Peñalver como una lesbiana maniática que todavía no ha olvidado a su ex, y a una espectacular Carmen Conesa como una devorahombres que no sabe si debe o no casarse con su última ligue y sentar la cabeza.
También, me ha gustado el decorado. Es funcional: El escenario se va llenando, poco a poco, de fotos/cuadros de las diferentes partes de la montaña en las que se desarrollan las diferentes escenas. Y hay una sorpresa en la escena final:
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Una de las fotos se dobla hacia abajo para revelar el pico de la montaña donde se acaba la obra y desde el cual las protagonistas admiran el paisaje que han dejado atrás mientras prometen que siempre estarán juntas - sobre todo, cuando vayan envejeciendo y sus fuerzas empiecen a flaquear.
Estaba sentado en la butaca 2 de la fila 3. Es una de las butacas que están al lado del pasillo central. Y así se veía el escenario:
La verdad es que se veía todo perfectamente. Como el escenario es bastante alto, las cabezas de los espectadores que están sentados delante no molestan en absoluto.
La función dura aproximadamente una hora y media, y no tiene descanso.
Le doy tres caritas felices de cinco.
Lo que me entristeció fue ver el teatro casi vacío.
Esta noche fui a ver No morderás de Jonathan Espino y la verdad es que salí muy contento del teatro después de ver esta divertida y disparatada comedia de terror.
Felipe y Raúl, dos chicos del sur de Madrid (Fuenla y Getafe) y que son pareja desde hace tres años, se van a un hotel de Soria para hacer un trío con un desconocido al que conocen en Grinder. Tras una divertidísima sesión de sexo desenfrenado, Raúl se empieza a poner celoso. Pero no hay tiempo para eso, porque la gente se está convirtiendo en zombis,
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El chico con el que han tenido sexo es uno de ellos y ha mordido a Raúl. ¿Matará Felipe a su novio para salvarse? ¿O será capaz el amor verdadero (y el miedo a la soledad) de superar esta adversidad?
Y como buena obra de terror, No morderás tiene un giro argumental al final. Pero no lo voy a desvelar aquí.
Los tres actores son muy buenos. Son muy divertidos y entrañables, y actúan de una forma muy natural. Sobre todo Tomy Chazarra (que interpreta a Felipe) y Quique González (que interpreta a Raúl) que son los protagonistas. El personaje de Fran Jiménez, el chico de Grinder, es muy pequeño y desaparece una vez ha cumplido su función que es crear el conflicto de la historia.
Como ya he dicho, la historia es entretenida y divertida. Dura lo que tiene que durar: Menos de una hora. Empezó, aproximadamente, a las 22:10 horas y terminó a las 23:00 horas.
El rítmo de la obra es muy bueno. Los dos personajes protagonistas son interesantes y están bien desarrollados. Los chistes son graciosos. La alusión al fracaso de la serie UPA Next de Quique y la reacción de este no tienen precio. Y el chiste de Miley Cyrus y las pelotas tampoco. También hay humor más sofisticado. Y la música está muy bien elegida.
Aunque el decorado, como se puede ver en las fotos, es simple y el vestuario practicamente inexistente, ya que los chicos se pasean sin camiseta, sin pantalones o solo en calzoncillos durante la función, la puesta en escena en conjunto es visualmente interesante. Y el montaje está muy bien dirigido por Víctor Páez.
En conclusión, es una comedia refrescante (aunque el ambiente se caldea cuando los chicos se morrean, magrean o tienen sexo) para estas noches tórridas que tenemos en la capital este verano y le doy cuatro caritas felices de cinco. Ya tengo entrada para volver a verla.
Estaba sentado en la butaca 9 de la fila 3. Es la butaca que está al lado del pasillo central y el escenario y todo lo que pasaba sobre él se veían de maravilla. Las cabezas de los espectadores que están sentados delante no molestan en absoluto.
Cuando uno entra en la sala se encuentra con Tomy y Quique en la cama que está en el centro del escenario.
El montaje se puede ver los sábados a las 22:00 horas en la Sala 4 de los Teatros Luchana hasta el 26 de agosto. Lo que no sé es si Quique, que, supuestamente, volverá a interpretar a Danny en la gira de Grease que comienza el 17 de agosto, estará en las funciones del 19 y el 26 de agosto.
Aunque en la página web del teatro pone que la función dura 80 minutos, tal y como he dicho antes, la función dura menos de una hora.
Una última cosa: Me entristeció ver que la sala estaba medio vacía - y eso que, si no me equivoco, era la primera función.
Hoy he ido a ver Cielos de Wajdi Mouawad que se representa hasta el 16 de julio en la Sala Juan de la Cruz del Teatro de La Abadía. Por desgracia, no me gustó.
La obra es un thriller que trata de un grupo de personas que están aisladas en un lugar secreto e intentan prevenir un ataque terrorista.
Empezaré por lo bueno: La puesta en escena del montaje es magnífica. El decorado de Alessio Meloni es una enorme caja (ver fotos) que se divide en tres niveles: En la parte superior tenemos un jardín con tres estatuas; en el medio, la oficina; y en la parte inferior, las habitaciones de los personajes. También me han gustado mucho el uso del vídeo, las imágenes que se proyectan (sobre todo al final) y la música.
Y ahora lo malo: Empezaré por los actores. Si Sergio Peris-Mencheta ha sabido crear una puesta en escena visualmente impactante, ha fallado a la hora de dirigir a los actores. ¿Por qué?
La respuesta es muy simple: Tengo la sensación de que no les ha dejado ser sus personajes. Todos actúan bien, pero no de una forma natural. Se ve perfectamente que todo está planeado y ensayado. Es decir, no son nada espontáneos. Se ve que actúan. Y para mí, eso es algo malo, porque un buen actor es el que se convierte en su personaje.
El único actor que lo hace bien y de una forma muy natural es Rodrigo Simón, el chaval que interpreta al hijo de uno de los personajes (más sobre él en unos momentos) y que aparece en las videollamadas que hace con su padre.
Y ahora el problema más grande que tiene el montaje: El texto.
Yo ya había visto Incendios de este señor (el montaje que dirigió Mario Gas y que se representó, también, en el Teatro de La Abadía) y recuerdo que no me gustó nada. No obstante, quise darle una segunda oportunidad. Pero esta obra tiene los mismos fallos que Incendios.
Es una obra mediocre. Sí, el señor Mouawad será un dramaturgo muy prestigioso, pero a mí no me gusta. ¿Por qué?
La respuesta es otra vez simple: Tengo la sensación de que es un señor que se cree muy culto sin serlo. Tanto Incendios como Cielos son obras que parecen importantes porque tratan temas serios, contienen largos discursos, aluden a teorías conspiranoicas, los clásicos, a cosas muy complejas para el espectador medio como la poesía y las matemáticas avanzadas y están llenas de símbolos.
Pero si uno presta un poco de atención se dará cuenta de que los largos discursos son vacíos, las alusiones no aportan absolutamente nada, ya que son completamente incomprensibles o metidas a fuerza, y los símbolos son clichés. Las cosas están ahí porque quedan guay y no porque aportan algo a la historia. Lo peor de todo es que tengo la sensación de que el señor Mouawad se cree muy erudito, pero es solo un emperador desnudo.
Además, las dos obras son muy previsibles. Veamos lo que pasa en Cielos:
Tenemos a un grupo de terroristas que planean un atentado contra los países (a los que ellos llaman padres) que, según ellos, son los que, normalmente, comienzan las guerras contra otros países inocentes (a los que ellos llaman hijos) y a un personaje que tiene a un hijo adolescente. ¿Hace falta que siga? Por si acaso, ocultaré lo que viene a continuación:
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El hijo tiene que hacer un trabajo para el colegio. Para hacerlo, tiene que ir a un museo. Pero no le apetece. El padre le convence para que vaya. ¿A que no sabéis dónde tiene lugar el atentado? ¿En una calle cualquiera, un mercado, una discoteca? En el museo, naturalmente. Y el hijo muere.
Lo único que salva la escena final es cómo descubrimos que el hijo está muerto: Le envía al padre tres mensajes. Los dos primeros llegan; el tercero se queda cargando, pero nunca llega. Esto lo vemos gracias a un fantástico vídeo que se proyecta sobre el decorado.
La idea de hacer un atentado en un museo y mezclar la belleza con el horror no es mala artísticamente hablando. Tal y como se menciona en la obra, ver piezas de bellas obras de arte mezclándose con cuerpos destrozados es impactante. Pero en esta obra la idea está mal ejecutada.
La escena final es tan previsible que, en vez de ser conmovedora, es risible. De hecho, no pude evitar soltar una carcajada. Lo que realmente conmueve son las imágenes que se proyectan al final y la música, es decir, la puesta en escena. El texto del señor Mouawad aburre.
En conclusión, en vez de tener una obra de teatro buena, lo que tenemos es una obra que podría ser uno de esos thrillers cutres y soporíferos que ponen en Antena 3 los fines de semana a la hora de la siesta. Le doy dos caritas felices de cinco.
Pero, también, tengo que decir que el teatro estaba casi lleno y varios espectadores aplaudieron de pie al final. Para gustos, los colores.
Estaba sentado en la zona central de la sala en la butaca 4 de la fila 6. La butaca está en el centro de la fila por lo que el escenario y todo lo que pasaba sobre él se veía perfectamente. Además las dos señoras que estaban sentadas delante no eran muy altas por lo que sus cabezas no me molestaban.
Este sábado fui al Teatro Figaro a ver Aristócratas conversos de José Andrés López de la Rica.
La obra, que está escrita en verso, es una farsa que trata de unos aristócratas que están arruinados, pero que viven por encima de sus posibilidades y quieren seguir haciéndolo.
La verdad es que esperaba ver una obra parecida a las películas de Berlanga, pero me encontré una obra muy muy muy desfasada y más parecida a las películas de Cine de barrio.
La puesta en escena es igual de anticuada que la obra. Se utiliza el fundido a negro y música de ascensor/centro comercial entre escenas. Por cierto, se ve cómo los actores mueven los elementos de la escenografía entre escena y escena. Todo huele a antiguo, parece de bajo presupuesto y es carente de creatividad y originalidad.
Lo único que salvaría del montaje es el trabajo de los actores. Todos son buenos - sobre el escenario tenemos al maravilloso Juan Carlos Martín, a Carlos Chamarro, Yolanda Vega y Jesús Cabrero - y hacen lo que pueden con el texto que les han dado para hacer reír al público. Pero, por desgracia, el texto y los chistes son bastante simples y a mí no me parecieron graciosos.
La que menos me gustó fue Mireia Zalve, que interpreta a la hija. En cambio, Álvaro Larrán, que interpreta a su hermano, ha sido todo un descubrimiento. Espero volver a verle en un montaje mejor, porque, si aquí está bien, estoy seguro de que trabajando con un director mejor y en un montaje más interesante, brillaría sobre el escenario.
La única escena que me hizo gracia es aquella en la que Juan Carlos Martín, que interpreta al mayordomo, lee la carta que ha recibido de su primo del pueblo. En una escena anterior, él nos ofreció una imágen idílica de su pueblecito de La Mancha. Pero la imágen que ofrece su primo en la carta es todo menos idílica.
En fin, le doy dos caritas felices de cinco.
Estaba sentado en la butaca 1 de la fila 2. Es la butaca que está en el centro de la fila y así se veía el escenario:
Ayer por la tarde fui a la Sala Lola Membrives del Teatro Lara a ver Fan de Juan Jesús di Manuel que comenzó su segunda temporada el 28 de mayo y la acaba el domingo que viene.
La obra es una comedia en la que una fan desequilibrada secuestra al joven y guapo creador de su serie favorita y le encierra en el piso de un cantante gay fracasado al que acaba de conocer. Pero el cantante, en vez de ayudar al joven secuestrado, decide ayudar a la fan, porque tiene sus propios motivos para hacer daño al creador de la serie.
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No hay mucho misterio. Hace tiempo, el cantante y el joven compartían piso y escribieron la serie juntos. El joven la vendió como si la hubiera creado él solo y se hizo rico. El cantante, en cambio, tuvo que seguir cantando en garitos por cuatro perras. Así que decide aprovechar el secuestro para vengarse.
Pero que nadie se espere torturas al estilo Misery y sangre. El joven recibe algún que otro coscorrón, es obligado a comerse una sopa muy salada y a confesar su crimen. Y ya está.
La verdad es que la obra, que es muy parecida a las típicas pelis españolas de comedia para jóvenes, me dejó bastante frío. Me esperaba otra cosa.
Aunque hubo gente que se reía, a mí no me pareció graciosa en absoluto. Ni siquiera me hizo sonreír. El humor es bastante blanco y políticamente correcto - a excepción de esa alusión a la implosión del submarino que creo que no pilló nadie. A mí me gusta que el humor muerda.
No obstante, no sería justo si dijese que la obra y el montaje son malos. No lo son. Son del montón. Cuando salí del teatro, lo primero que se me pasó por la cabeza fue: Bueno, pues ya está. Una obra más.
Los tres actores están bien. Me da pena no saber el nombre del chico que ayer interpretó a Felipe, el joven al que secuestran, ya que era el mejor de los tres. No fue Jaime Riba, que aparece en el programa de mano y la página web y que interpretó a ese personaje en la primera temporada.
En fin, una obra y un montaje que son ni fu ni fa. Les doy 2 caritas felices de 5.
En un principio, estaba sentado en la butaca 12 de la fila 3 y así se veía el escenario:
Pero, como la sala no se llenó, me senté en una butaca más centrada desde la que el escenario se veía mejor. Creo que era el asiento 6 de la fila 3.
La función dura aproximadamente unos 70 minutos. A mí se me hizo un poco larga.
Aprovecho este mensaje para recomendaros The Fan, una de esas películas malas que son buenas, sobre un admirador desequilibrado que está obsesionado con una diva de Broadway. Dejo aquí el tráiler y unos momentos de la película:
Ayer por la tarde fui a la Sala Negra de los Teatros del Canal para ver la última función de Los prodigios, una versión de la comedia Los tres mayores prodigios de Calderón de la Barca.
La obra nos muestra de forma resumida las aventuras de tres héroes de la mitología griega: Jasón, Teseo y Hércules. Vemos a Jasón pelear por el vellocino de oro, a Teseo matar al Minotauro, y a Hércules salvar a Deyanira de Neso y luego palmarla al ponerse su túnica.
Tristemente, el montaje de la compañía Evogía, que es un encargo para el festival Iberoamericano de la Comunidad de Madrid, Clásicos en Alcalá dentro del programa AUREO, es pésimo. Carece de todo aquello que intenta ser: ni es original, ni creativo ni entretenido. Y la tragedia es enorme si es verdad que esta es la primera vez que este texto se representa de forma profesional.
Mientras uno sube hasta la quinta planta donde se encuentra la Sala Negra, que es la sala pequeña de los Teatros del Canal, se va encontrando con los actores que se van presentando y dando la bienvenida a los espectadores. Esto ya me dio mala espina, ya que tanta sonrisa falsa y tanto buenrollismo falso solo podían significar que el montaje iba a ser penoso.
Los actores son malos. Su actuación está a nivel de la que uno ve en obras de fin de curso en colegios e institutos españoles de hoy en día. Varios no saben proyectar la voz y era difícil oír lo que decían incluso desde la primera fila. Y hay uno cuya interpretación era tan histriónica que daba vergüenza ajena. Además, en algunas escenas el mismo actor interpretaba a varios personajes que era difícil seguir el hilo. Si no hay suficientes actores para todos los papeles, elimina a los personajes insignificantes.
El montaje de Noelia Pérez no sabe lo que quiere ser. ¿Quieres que tu montaje se parezca a los libros de elige tu propia aventura? Vale. Pero entonces respeta el voto del público. Y si el público decide que ni Ariadna ni Fedra se vayan con Teseo, al final, no pongas a Teseo y Ariadna juntos. ¿Quieres que tu montaje se parezca a un videojuego? Perfecto. Pero que se parezca a un videojuego y no a uno de esos programas chabacanos de Telecirco y cadenas similares. ¿Quieres que tu montaje se parezca a esos programas? Fantástico. Pero entonces di eso en el programa de mano y no otra cosa. Incluyo foto del programa de mano:
No seré yo el que critique que se aporte frescura a los clásicos. Si hay algo que no soporto son reposiciones a las que llamo piezas de museo. Pero la frescura tiene que ir de la mano con la originalidad y creatividad y no estar acompañada de la cutrez y mediocridad.
Lo que sí está claro es que es un montaje creado para las personas que consideran películas y series de Marvel y Mattel obras maestras y que creen que Tenerife está a 20 minutos de Madrid en avión - y además se enorgullecen de su estupidez compartiéndola con todos en TikTok.
La obra al ser sobre mitología ofrece tanto para crear un mundo fascinante que duele ver montajes tan malos como este. Tan difícil era investigar un poco. Ese vellocino en forma de animal creado con globos era irrisorio. De verdad, había momentos en el que el dolor de ojos era tal que pensé en sacármelos al estilo de Horizonte final.
Uno de los momentos más bochornosos es la tercera parte de la obra que se desarrolla en África. Un continente maravilloso, culturalmente rico, lleno de misterios y que ofrece un sinfín de posibilidades creativas. Aquí es un Barbieland color rosa chicle en el que los personajes cantan y bailan canciones de Carly Rae Jepsen mientras graban videos para redes sociales. El momento es tan vergonzoso que llega a ser ofensivo.
Pero eso sí, eso no importa, porque como a lo largo de la función utilizan mucho lenguaje inclusivo, los chicos son tan gay que en vez de andar dan saltitos mientras lanzan besitos, y Heracles y Jasón se enrollan al final tenemos que asumir que los creadores son súper progres y guay.
Otra cosa criticable de este montaje es la arrogancia y la falta de humildad de sus jóvenes creadores que sueltan perlas como "Hemos creado el montaje que Calderón soñaba" en el programa de mano.
En fin, le doy 1 estrella moribunda al montaje y si se lo traga un agujero negro no lo echaré de menos.
Durante la función vi a un hombre irse de la sala y varios espectadores tenían cara de pensar en hacer lo mismo. Solo se lo pasaban bien los que consideran cutreces como esta o aquél montaje de La vida es sueño en el que los espectadores tenían que dormirse obras de arte.
El escenario tiene filas de butacas en cada uno de sus lados. Yo estaba sentado en la butaca 10 de la primera fila de la zona central y así se veía el escenario: